domingo, 19 de enero de 2014

MI ESTRELLA II

18 de Septiembre


Lunes.

Pasé la mañana paseando. Era una mañana de luces y sombras, uno de esos días que no tienen muy claro lo que quieren llegar a ser. Me fijaba en todo con una mirada curiosa, como sólo pueden tenerla los niños y los enamorados que aún están descubriendo cosas nuevas a su alrededor que ignoraban pudieran existir. Todo tenía un aire nuevo para mí, una sonrisa de dientes más blancos y una caricia de tacto más suave. Contemplaba los coches, las farolas, las tiendas, los escaparates, los muros de piedra y los muros de ladrillo y cemento; contemplaba el ir y venir de la gente de aquí para allá y de allá otra vez para aquí, unos en silencio y otros charlando, unos tristes y lánguidos y otros felices y dispuestos; unos con prisa y otros con la calma y serenidad de quien está ya en paz con su alma, unos sin saber lo que buscan y sin encontrar nunca nada y otros que sin buscar encontraban algo tras cada paso que daban.

Seguro que no fue la mejor mañana del mundo, pero tampoco tenía nada mejor que hacer salvo empaparme de nuevo del universo que había tenido abandonado tantos meses. Las nubes bailaban con timidez sobre mi cabeza, como aburridas, como si tampoco tuvieran nada mejor que hacer que empaparse de la música del viento agarradas a la cintura del cielo. Pero no llovía, y eso siempre era una buena noticia para alguien que siempre olvidó el paraguas y lo mejor de sí mismo en casa.

Recuerdo aquel día como si fuese hoy mismo…

Me encuentro a una pareja de enamorados sentada en un banco de madera en un parque, contemplándose el uno al otro. Él la mira a ella como un hombre asomado a un abismo, y ella le mira a él como una mujer que cayó al abismo y ya lo da todo por perdido.

El amor casi siempre es mil cosas diferentes menos amor.

Primero me digo:
 
“Todo esto es lo que quiero”

Y enseguida me corrijo:

“No, nada de todo esto es ya suficiente”

Y, en efecto, en ambas ocasiones tengo razón.

Porque todo acaba y comienza a un mismo tiempo.

Empiezo a recordar muchas de las cosas que había olvidado, pero no todas. No es aconsejable recordarlo todo de una vez si uno no quiere ver su cordura resquebrajada o hecha añicos por completo. Pero sí recuerdo que al día siguiente es mi cumpleaños... Y decido quitar todas las velas de la tarta hasta dejar tan sólo una. Por supuesto, he decidido olvidar todos aquellos años que en su día se olvidaron de mí y quedarme tan sólo con los que recuerdo por algún motivo especial

¿Dónde iré a parar?, me pregunto.

¡Quién puede saberlo!, contesta una voz apenas audible desde mi interior.

Los trenes no paran de salir de la estación. Pero son ellos los que viajan y no nosotros, pese a que así lo creamos. Algunos hombres recorremos miles de kilómetros y estamos siempre en el punto de partida. Hay cien agujeros distintos en el suelo y nos empeñamos en caer siempre en el mismo.

Pero he entrado y salido de aquí limpiamente, sin armar jaleo y sin desordenar las cosas, sin coger nada de nadie ni llevarme algo que no fuese ya mío.

He decidido regalarle ahora lo que no tuve oportunidad de ofrecerle antes. Lo que es la vida, ahora que ya no lo necesita y ahora que ya no me pide nada…

Desde aquí sólo veo mar adentro.

Y hermosas olas con crestas de espuma de bellos recuerdos...



Medianoche del 19 de Septiembre


¿Qué crees que hago ahora que tú no estás?

Busco entre tus cosas las que más me gustan, difícil elección pues me gustan todas, imito tus gestos en un vano gesto de retenerte, deshago la cama pensando que tú todavía estabas en ella anoche, leo tus poemas, río con los chistes de que tú te reías, escucho esa cinta de música celta que tanto nos gustaba y que siempre escuchábamos porque nos traía recuerdos de una noche especial en que lo que menos nos importaba era la música que sonara a nuestro alrededor pero que hizo que todo tuviera una magia distinta, miro a través de los cristales borrosos de la ventana, nadie los limpia ahora, esperando ver caer la nieve incluso en las noches más despejadas y calurosas de verano.

¡Te gustaba tanto la nieve!

Más que a mí, que siempre creí en Papa Noel y fui catorce años más infantil que tú incluso en mis momentos de mayor madurez. Hubiera ido a por ella a Siberia si me lo hubieras pedido…

Ya no nieva.

Si nieva en realidad, pero es nieve de mentira. De la que fabrican los sueños que aún esperas, las ilusiones que no deseas que se esfumen, las esperanzas que tanto temes ver partir sin rumbo fijo y sin billete de retorno.

Es difícil ver nevar a nivel del mar.

Pero también lo es ver una estrella sentada en las nubes...


(Fragmento de "Mi estrella") - Juanma - Otoño -1996)

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