"Voy de camino", dice el mensaje, a las 3:13 de la madrugada. Ella se
despierta sobresaltada, claro está. Lo relee una y otra y mil veces; incrédula pero feliz. Oye los pájaros que se
despiertan cantando y bailando en las ramas de los árboles. Prueba a cerrar los ojos, pero no consigue dormir más.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgrVp-Q9IFEaw0zEffIlSAHhUdfjHFf6yMtWVQz1rHbPqKy5fBEKQAyTARftczEhBb7Rvn7xA3X2EZfFTwuJdUAZtxuvBIlnjB5W4vvjEQJfnpcRdUdKImAFMowe-qRO-ZqAPfNCm-XXWP_/s1600/La+gram%C3%A1tica+del+amor,+ilustraci%C3%B3n+del+interior%5B4%5D.png)
Ella tiende sus tiernos y delicados bracitos hacia él,
como la muchacha tímida y dulce que es, y él se inclina y la abraza y la besa despacito; y no la desnuda ni le quita con prisa la ropa como se podría imaginar o suponer. En cambio, se tiende en la cama y se acuesta junto a ella. Y la abraza, le acaricia el pelo con mesura y le besa dulcemente la nuca.
Se hace un silencio hermoso. Se entregan a él y cierran los ojos, alegres, los dos.
Y
cuando ya el alba se cuela en la habitación, ella no se atreve a darse la vuelta en la cama. Tiene miedo de los
cuentos con final triste que se cuenta cuando duerme y estira los dedos muy lentamente, buscando... y
se concentra y piensa casi suplicando: por favor, que no haya sido un sueño...
Juanma - 16 - Diciembre - 2012
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