
Estoy en la carretera, en una cualquiera, creyendo que es el mar y no el asfalto lo que se derrite bajo mis pies descalzos.
No hay taburetes donde sentarse a ver los espejos del futuro. Regresa a mis ojos el desgarro del día, inquebrantable crepúsculo, engullido por la oscuridad.
Retrocedo hasta la última
línea del infinito, allí donde aún alcanzo a ver tus uñas arañando mi espalda y tengo suficientes motivos para pensar en blanco.
Porque lo contrario, pensar en negro, es una locura diferente y la carne de los secretos y los misterios y sus conjeturas señalan hacia el horizonte, donde no habita nadie
y mi destino es tu mirada.
Juanma - 7 - Junio - 2016
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