podrías ver cómo me observan
los buitres que siempre
revolotean sobre mi cabeza.
Odio esas noches que se
clavan como jodidas lanzas,
esas horas que se
suicidan antes de tiempo,
las lágrimas amargas de cualquier
chica tiste
al fondo de la barra de
cualquier triste bar.
El olor de la desidia, su
anestesia en las venas.
Sabes que nos quedamos en
la entrada buscando una salida.
Que detrás de los surcos
de los años perdidos
todavía laten ascuas de
sueños inconclusos.
Tantas historias se quemaron
en el fuego del olvido...
Poemas con olor a flores
marchitas,
noches con anhelos que
abrasaban en el pecho,
calles pintadas de
nostalgia y sexo.
Si te acercases
podría enseñarte mi
deshabitado mundo,
mi derrotado ejército de
ilusiones,
mis últimas primaveras
caducadas en la nevera.
Me dueles si estoy lejos
de tu cuerpo.
Se alborotan hasta mis pestañas
si te quitas la camisa.
Aunque, a veces, no
recuerde ni quién eres.
Porque el pasado arde y
renace como el Ave Fénix de sus cenizas,
como las risas de unos
niños extraviadas en el parque,
o la esperanza desgarrada
por las púas del alambre de la piel.
Si te acercases
comprenderías que ya no
somos,
ni seremos,
los guardianes de las
llaves del querer.
La mirada en la luna, los
fines de semana en celo,
los lunes de borrasca
lamiéndonos las heridas de las caricias mal dadas.
Aullando como lobos,
apurando la madrugada,
estrujándonos los sesos,
jugando a no me acuerdo, bebiendo dinamita.
Al amanecer los recuerdos
son como jodidas resacas que acechan tras cada esquina.
Te golpean y escupen, te empujan
y olvidan...
Si te acercases
sabrías que la única
manera de tocar el cielo
ha sido siempre lanzarse
de cabeza al infierno.
Porque el paraíso es la
barra sucia y pegajosa
de una taberna de mala
muerte.
Porque las cicatrices del
alma abren la puerta
de alguna dimensión
desconocida.
Y porque la realidad es a
la imaginación
lo que las estacas para
los vampiros.
Si te acercases,
tan solo un poco, a este
lado de la jaula
podrías ver a los cuervos
agrupados en bandada,
a las bestias arremolinándose
en jauría...
Puedo esnifar tus
palabras hasta colocarme de tu idioma.
Y después, tal vez,
cruzar la Vía Láctea en un Cadillac.
Quizá ser otra persona,
ser algo, todavía.
Vivir, aunque sea, en una
habitación de madrugadas a deshora,
sobrevivir con cerveza y
restos de pizza fría,
Recitarnos poemas aprendidos
de memoria,
bailar twist en lo alto
de las grúas,
hacer el amor en los
escaparates de la Gran Vía.
Sodomizar la pausa y la
prisa.
Aullar hasta que la luna
nos dé una patada,
Beber torrentes de vodka
cerca de un precipicio,
coleccionar estrellas,
inyectarnos fantasía.
Escondernos de la gente.
Construir una máquina del
tiempo
y volver, a la misma
noche, cada día.
Juanma
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