—¡Oh! —exclamó ella— No son más que unos ojos...
—Te equivocas, son mucho más que eso. En tu mirada
puedo descubrir muchas cosas.
—¿Ah, sí? —preguntó divertida— ¿Qué clase de cosas?
—Pues la luna —respondí perdiéndome en el laberinto
de sus pupilas—, y las nubes también. El arco iris, luciérnagas, flores recién
abiertas, polvo de estrellas, mariposas... También puedo oler cosas cuando te
miro —abrió aquellos ojos enormes llenos de asombro y alegría—. Sí, huelo a
lluvia, a tierra mojada, a lavanda, a pan recién hecho, a secretos, a bosque, a
primavera, a brisa de mar...
—¿Y todo eso puedes verlo sólo con mirarme?
—Bueno, en realidad no —me acerqué aún más a
aquellos dos abismos de sueños insondables—, solo veo las mariposas. Tus
pestañas son sus alas y cada vez que parpadeas es como si las batieses al aire
de la mañana. Más que verlas, las siento en el estómago. Es entonces cuando
surge la magia y puedo ver todo lo demás...
Juanma - 24 - Agosto - 2014
Qué preciosidad. Me encanta la sutileza con la que describes esa fascinante mirada.
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