miércoles, 5 de septiembre de 2012

ADIÓS

Desde muy pequeño crecí con ese pegadizo sentimiento de apego que me inculcaron los mayores; la familia primero, los amigos después. Algo de quimérica utopía y contradicción encierra ese sentimiento, pues la misma vida se empeña en llevarnos cada vez que puede la contraria, dándonos a entender el verdadero final, el desapego... recordándonos que nada es para siempre. A lo largo de todos estos años lo experiementé en mis propias carnes. Y aún así, jamás me cansé de mimar y cuidar mis afectos... cometiendo muchos errores, también es verdad. Y sabiendo también de antemano que en un este mundo de locos que giraba a mi alrededor, en quizás tan sólo un suspiro, algunos de ellos tomarían rumbos y caminos distintos a los míos...

Y apenas queda entonces otra opción que la resignación compartida y consentida, intentando comprender que ellos también tienen el derecho a vivir su propia vida, tal y como yo hago con la mía. Cuesta entonces comprender ese apego con los que nos rodean, si sabemos que antes o después llegará el inevitable adiós. Sabor agridulce, diferentes consistencias, aromas contradictorios... sensaciones del todo extrañas, sin llegar a saber jamás muy bien si merece la pena vivir así. Quizá sea otra perspectiva distinta con la cual aprender a evolucionar en nuestras relaciones cotidianas con los demás, de crecer en nuestra consideración de no padecer o sufrir demasiado con lo que vendrá después... de no querer decir adiós!!!

Mientras tanto, sigo transitando mi camino solitario. Siempre tratando de encontrar mi lugar en el mundo, aquel que por defecto o efecto, por suerte o por desgracia, me ha tocado vivir... buscando la confianza necesaria para ir más allá de meras y simples palabras. En época de lluvias todo luce mojado, dejando golpear la inexperiencia consabida por miles de gotas estrellándose contra los delirios, aquellos que provocan mis propias desventuras. Hay otras épocas en que la lluvia no es tan intensa y tan sólo se dedica a resbalar en forma de desconfianzas dolorosas. Aún así, cada pequeño chubasco me viene a recordar cada fracaso, desilusión o desesperanza vivida. Después llegará la inevitable sequía haciendo estragos, tornando el porvenir duro e inhóspito, intransitable para los sentidos, ya curtidos por el doloroso y triste camino. A veces es en esos momentos cuando más quisiera cambiar la soledad por el amor, la amistad, la vida... cargar las alforjas de valentía y girar y danzar en cada constelación ebrio de ilusión y sueños como hace tiempo que no hago...

Y es en esos momentos en que más quisiera cambiar esa soledad y cuando más lo intento, justo cuando precisamente menos lo consigo y más ganas tengo de decir adiós!!!


Juanma - 5 - Septiembre - 2012
  

No hay comentarios:

Publicar un comentario