martes, 17 de mayo de 2011

EL ABISMO DE TUS OJOS

Porque eres sueño que girando en rebeldía
desafía la bruma
                                     la fría noche
haciéndola más honda y más oscura
y más inmenso el mar
más azul y más hermoso
                                     porque eres nave y náufraga a la vez
                                     sin velas y sin anclas
                                     solitaria
                                     profanadora de todos los confines
yegua de sombras desbocada y dulce
para la libertad
la esperanza
                                     y el cielo galopante
hecha de vientos y hecha de huracanes
y sin embargo serena como el agua
de misteriosos y profundos lagos
                                     porque extraviada pero indiferente
                                     como una reina agraviada deambulas
                                     por los caminos de un imperio en ruinas
                                     porque eres un reloj sin manecillas
                                     un bello loto sobre los pantanos
porque te vi sonriendo en tus orillas
                    cayendo voy
                    errático y perdido
en tus oscuros ojos abismales.




Juanma - 17 - Mayo - 2011





DECLARACIÓN CLÍNICA

Mucho mejor, doctor. No bien, lo cual sería un milagro... pero mejor, que siempre es algo. Ahora ya consigo sonreír durante el día, hago algo de  ejercicio, salgo a pasear un par de veces por semana, estudio todo lo que dejé a medias, me vacuno contra todo aquello contra lo que aún no soy inmune... Escribo bastante, menos que antes, claro está... pero escribo bastante. Ya no mando mensajes telefónicos y borro sin leer los que aún recibo. Aunque, eso sí, sigo sin dormir suficientes horas por las noches; supongo que eso no tiene remedio ni medicina que lo cure, Morfeo y yo siempre nos hemos evitado todo lo posible... incompatibilidad de caracteres.


Yo diría que normal, con todas las vaguedades y ambigüedades del término. Quiero decir que a veces leo poesía en voz alta y lloro un rato... emocionarse no es malo, ¿verdad? O me tumbo en la cama y paso horas y horas releyendo cartas antiguas... la nostalgia es una enfermedad humana, ¿no cree? A veces pronuncio nombres prohibidos, otras hablo con los muertos. Me escondo en los lugares públicos... los océanos de almas urbanas siguen sin ser de mi agrado, no reflejan el azul del cielo. También creo que me he olvidado de cantar, aunque eso creo que no es del todo negativo teniendo en cuenta que nunca lo hice demasiado bien... ni en ningún otro sitio que estuviera un metro más allá de la ducha. En fin, cosas así... cosas nimias. Temer al otoño, resguardarse del invierno, guardar en el armario sábanas sin usar, hablar con la cafetera para decirle que la he abandonado por el té, pasar horas contemplando las nubes e imaginando figuras imposibles entre sus formas... Nada serio, nada incurable.

El alma aquí, en su sitio. Aunque a veces la confundo con el corazón. Porque es la pieza del puzzle que aún no encaja y que más me sigue doliendo. El eje del mal de mis torturas. Creo que la única posibilidad es extirparlo. ¿Existe eso?¿Se puede hacer? Me lo temía. Me duele antes de dormir y al despertar. También cuando me lavo los dientes o doy un baño. Me duele cuando me masturbo o miro fotografías viejas. Me duele en las bibliotecas y en los parques. El resto, bien. No, por eso no se preocupe. En realidad el pulso quedó en otro sitio, en otro tiempo... en alguna otra dimensión. Todo bien.

Todavía, sí. Eso es algo que me cuesta controlar, algo que todavía no sé manejar. Vienen en cualquier momento y por cualquier cosa... los jodidos temblores por los recuerdos. Alguien dice Abril y ya está; ¿ve usted? Un balcón, una ardilla, una mariposa, un verso... Alguien diciéndome "cariño", recordar la palabra "te quiero". La puta luna llena. Perdón. También estoy diciendo menos palabrotas... o al menos eso intento.


¿Una lista de síntomas? No, tampoco es demasiado extensa. La maldita fobia al pisar ciertas aceras, al pasear por algunas calles, al cruzar nostálgicas esquinas. La tristeza que me hunde cada vez que hace frío y me preparo una taza de chocolate caliente. La ternura del insomnio. La ternura... y también la mala leche por no descansar lo suficiente, por no conseguir dormir. Y cuando lo hago, el miedo de los sueños... casi siempre pesadillas. Ya ve, casi nada. Quizás también la imposibilidad de cocinar cuando tengo hambre, la impotencia. El hábito de hacer afirmaciones con la ridícula entonación de quien pregunta... ¡jodida manía! Las lecturas huérfanas que ya no consigo compartir...

   
Pues sí, mejor. Cada día más sano. Ya no corro por las calles en horas imposibles e intempestivas. El camino que escogen mis pasos siempre me conduce ahora hacia mi casa. Ya casi no me importa que al llegar a ella la luz esté apagada y no haya nadie esperándome para darme las buenas noches con un dulce beso de bienvenida... ni que la gente se deshaga de los libros que le regalé, cosa que antes siempre me sacaba de quicio; casi tanto como los cuadros torcidos o las puertas entreabiertas. Ni siquiera me molesta ya que las mariposas aparezcan muertas en el alféizar de la ventana de mi cuarto.

¿No lo dije? Sin duda mejor, mucho mejor...




Juanma - 17 - Mayo - 2011