lunes, 30 de diciembre de 2013

FIN DE AÑO

Abrí el libro...

Abrí el libro que acababa de escribir. Y volvía a estar en blanco. Tan pulcro e inmaculado como antes de sembrar en él la semilla de la primera letra. Todo lo que mi imaginación había depositado allí con esmero y cuidado, había desaparecido; se había esfumado como tragado por la nada. Pero aquello no me produjo asombro. Ni siquiera tristeza o preocupación. Porque me dio la sensación de que aquellas páginas necesitaban y pedían a gritos una gran historia. Podría ser la mía o la de cualquier otro; pero una gran historia. Y si aquellos márgenes y esquinas se habían tragado la anterior, es sin duda porque no lo era. Así que no había más remedio que empezar de nuevo. Con paciencia. Con cariño, con cuidado y esmero. Y con algo más. Quizás con alma...

No quedé muy satisfecho con el comienzo, pero después me di cuenta de que el libro escondía algo único, maravilloso y especial entre sus hojas. Necesitaba sacarlo de allí, pero ¿cómo? Entonces rebusqué entre aquella maraña de palabras y frases sin sentido que no me acababa de convencer. Seguí y seguí escarbando hasta que cavé un profundo agujero. Las letras, poco a poco, se desvanecieron, vaciándose hacia el interior de aquel pozo como si un manantial de tinta mágica se hubiese vertido hacia el corazón del libro. Tal vez en el fondo se trataba de eso, de magia... 

El libro, totalmente pálido y ausente de tinta y color, me desafiaba a que yo escribiera nuevamente en él, me pedía que le insuflara vida. Que rescatara su historia de la muerte. Y del olvido. Pensé que lo mejor era ponerse a escribir y dejar de buscar musas. Al fin y al cabo, la imaginación no siempre viene de la mano de esas brujas. Así que seguí intentando descifrar lo que escondía aquel misterio en blanco, ese abismo de vacío que tanto me pesaba. No sé si fue la eternidad del momento, o si en cambio fue recuperar verdaderamente mi alma, pero parte de mis recuerdos se posaron en ese agujero para siempre, llenándolo al fin... 

En fin, la magia y el duende de escribir o crear una historia, y de que alguien la lea. Siempre es importante para cualquiera depositar nuestra confianza en alguien. Y que ese alguien, tal vez, la deposite también en nosotros. Arriesgarse. Luchar. Coger los pensamientos y sentimientos de uno mismo, empaquetarlos, ponerles un hermoso lazo, y confiárselos a otra persona para que pueda atesorarlos, guardarlos...y cuidarlos al fin. Y tal vez reflexionar. Liberarse. Soñar...

Juanma - 31 - 12 - 2014

miércoles, 25 de diciembre de 2013

TSUNAMI


Era una ola. Una ola con aires de tsunami que hacía temblar la casa de la playa, que hacía crujir las maderas y se llevaba consigo las esperanzas, los sueños y las almas. Era una ola que entraba por cada abertura y sumergía el piso, los libros, los muebles...

Era una ola que aterraba a ese muchacho que siempre está conmigo y no conozco; esa muchacho que siempre grita y solloza como si el abismo se le cayera encima.

Mojado de los pies a la cabeza, asustado pero entero, me anclaba a un mueble con un cordel y una argolla de metal. Alguien más se aferraba a esa argolla conmigo y, aunque todo caía y se cimbreaba en la marejada telúrica, yo dialogaba con el agua, sin negar la fuerza y sin dejarme arrastrar.

Y el mar me arrastraba lejos, a la orilla del alma, al acantilado de la soledad. Una soledad que no me es extraña, no me resulta desconocida...y que jamás me esquiva.

La soledad es como el tiempo: relativa. Y jodida, cuando quiere. El corazón me susurra: "ya no me duele tanto sentirme solo". Eso significa que ya duele menos el nombre con el que bautizó a su soledad. 

Porque el verdadero problema son los nombres.

Y porque cuando decimos que nos duele la soledad, lo que casi siempre sucede es que nos atormenta una ausencia.

Eso es al menos lo que nos queda de las esperanzas que mueren sin apenas llegar a nacer.

A veces estamos solos porque tenemos una puñalada en el corazón con una huella digital. Estamos solos porque allá donde mires ves un fantasma, porque hay espejos terribles en cada esquina, reflejando lo que ya no va a pasar.

Porque uno puede ser un circuito cortado, una conexión estropeada, una foto en blanco y negro. Uno puede ser alguien que ya no existe, o que se deshace en jirones de niebla, o que se arruga hasta no poder leerse ni una puta vocal en su abecedario.

Pero otras veces uno es algo o alguien mejor. Otras veces eres una novela entera, y tiene sentido. Otras veces eres una luz que se desliza y brilla y resuena. Otras veces te despiertas y hay amigos que te invitan a desayunar o poemas que te dibujan una sonrisa en la cara y no te dejan dormir.

Y no te quedan más ausencias en el pasado. Ni se vislumbran en el futuro.

Y no te queda ninguna lágrima pendiente en la nómina de llantos. Esas veces, si cierras los ojos, te encuentras a ti mismo abrazándote cuando alguien te dice soledad. Entonces le soplas un beso en la nariz a esa palabra extraña, y ella se ríe contigo; callada y quieta. Y te promete no volver a desatar pesadillas en el mar de tus sueños nunca jamás. 

Era una ola. Una ola con aires de tsunami. Una ola que, sin embargo, no logró empapar mis ilusiones ni arrastrarme al océano de la desesperanza.

Y así, soñando con olas, despertando perdido y a la vez eufórico, fue que aprendí por fin a nadar.

Juanma - 20 - Enero - 2012

sábado, 21 de diciembre de 2013

UN SENDERO HACIA TU EXISTENCIA

Un sendero. Esta mañana encontré un sendero hasta tu existencia y desenterré recuerdos, y desempolvé  tus cartas, que ya parecen de hace un siglo. Leo lo que escribías en el ocaso del otoño y el amanecer de la primavera y me vuelvo a sentir vivo y mágico, como entonces. La corriente brutal de tus palabras vuelve a arrastrarme en estos días de invierno, y llueven piedras y espinas en este cauce del recuerdo.

Te quise. Y hoy que tomo estas páginas olvidadas entre mis manos, vuelvo a quererte y a maldecir por lo que  pudimos haber sido y no fuimos. Por la caricia que no di a tiempo, por la generosidad que no te regalé, por el silencio que no supe cultivar cuando era el instante de callar. Noto los ríos de sangre que me conectan con la vida, con aquellos maravillosos paisajes en los que lo único verdadero eras tú, porque todo lo demás era posible en otros sitios.

Eras una rebelde, me lo susurraste al oído tantas veces. Pero jamás imaginé que fueras también una suicida. Cómo iba yo a saber que en el concurso de tu existencia se sorteaba también mi propia muerte. Emprendí la huida con pasos vacilantes y tú desapareciste en la dirección contraria, más rápido que el olvido. "Es absolutamente necesario que no te muevas ni un milímetro", debí haberte gritado entonces, aunque ya era tarde, como siempre que se quiere limpiar dignamente un estropicio...o tapar con una mano las sombras.

No queda mucho en los armarios. Mucho menos dentro de los cajones. Tal vez el olvido se complete con este recuerdo sonriente, con este buscarte sabiendo muy bien que no estarás; y quererte otra vez, quererte siempre, de la cuna a la tumba, como un arqueólogo insaciable que encuentra, incompletos, los restos de una ruinas prohibidas. Tomo este esqueleto y puedo, si pego mi oído, escuchar todavía la respiración de la carne, los latidos del corazón...

Entre la tristeza y la alegría del ayer ronda tu fantasma. Entierro tus cartas. El mañana no puede recorrerse nunca mirando hacia atrás, hacia los caminos del pasado y los callejones del recuerdo.



Juanma - 15 - Noviembre - 2011

jueves, 19 de diciembre de 2013

TU ESTELA

Se acercan, al compás de la música, tus alegres ojos bellos,
que junto a ti me llevaron, volando y soñando,
para poder, un eterno instante, nadar entre ellos, 
mas yo entre miles de laberintos te seguiré buscando.

Surge el amor, muy de vez en cuando,
y aunque sueños tienes y libre es tu persona,
harías mal en dejar a alguien tu mando;
para eso tienes de viento alas y de princesa, corona.

En esta flor está encendida tu luz violeta,
de Romeo es la otra luz, cuya obra bella
fue toda para expresar la hermosura de Julieta,
que hay corazones que, para siempre, el amor sella.

En tu profundidad vi un verso que se interna,
con amor en un libro eterno encuadernado,
lo que en el resto del orbe se desencuaderna,
una belleza sin par es lo por ti mostrado.

La forma universal de esta andadura
encontré en ti, pues el verso más largo
es tu alegría al recitarlo, y mi ventura
una inmensidad sumergida en tu letargo.

Hermosos poemas de amor y tiernas prosas en romance
expresé con tanto amor, al hablar y en la mirada,
por poder sentir tu corazón tan cerca...y a mi alcance
el roce de tus labios y tu boca amada.

"Vuelve, vuelve hacia mí tus ojos santos",
desde el fondo de mi alma entoné mi cantinela:
"que por verte he recorrido pasos tantos
como noches tu recuerdo me desvela."

Me volví hacia ti, seguí tu estela,
el dulce néctar que me alimenta,
todo a babor, tras de tu vela,
el aire eterno que me sustenta.

Juanma - 12 - Junio - 1996








miércoles, 18 de diciembre de 2013

TU AUSENCIA

El tiempo resbala de los relojes, se escapa por entre las grietas, se escurre de entre mis dedos... y ya no me alcanza ni con todas las horas de esperanza que generosamente me regalan. No basta con los sueños conservados, las pinceladas de magia, los versos encontrados. No basta con los nombres que recuerdo, que invento o que pronuncio para rellenar tu ausencia.

El tiempo se escurre de entre mis dedos cuando recorro las calles y los parques en tu ausencia, cuando evoco tu figura en las nubes o creo escuchar tu risa en la melodía del viento. Cuando despierto a medianoche y no estás, cuando mis manos no encuentran tu piel, cuando busco con mis labios tus pliegues, tus sabores, tus cicatrices, cuando a mi nariz ya no la embriaga tu aroma, cuando susurro en silencio lo que recitabas en voz alta, cuando leo lo que escribimos, cuando palpo el vacío y añoro lo que falta, cuando regresas en medio de un sueño o una canción, cuando recorro geografías que invadimos y países que conquistamos, la esperanza  no me alcanza.

El tiempo resbala de los relojes... y no me alcanza. No me alcanzan los años ni me alcanza el valor. No me alegran las sonrisas ni las emociones. No me alcanza la sabiduría, no me alcanza el amor. No me duelen los llantos ni los lamentos. No me alumbra la luz, no me ciega la oscuridad. No me alcanza la ilusión, no me llega la fe, no me basta el corazón.

Me dejo llevar hundido como el ayer, gélido como el invierno; congelado de sorpresa y enfermo de abandono. Me acurruco en una acera que no me reconoce, condenado como la confesión de un reo, oscuro como el mañana que no tuvimos... y ni todas las maravillosas luces de la ciudad, ni todas las espléndidas estrellas del firmamento, me alcanzan...

Juanma - 18 - Diciembre - 2013