martes, 17 de julio de 2012

PALABRAS

Era mudo.

Dejó su cofre de palabras hermosas en un balcón, las regaló y las lanzó al viento. Otras las enterró en el jardín de su casa para siempre jamás. Las que le quedaron no las quiso usar. Caminó los meses, con la boca cerrada, los ojos cerrados... invierno helado. Mudo.

Una hermosa muchacha le esperaba al otro lado del invierno. Justo en la orilla de una primavera salvaje. Salió de una biblioteca perdida. O quizás de los versos de un poema o los párrafos de un cuento. O de las páginas amarillentas de un periódico olvidado. Le conquistó con una tierna mirada en otro idioma, y le preguntó al chico mudo qué buscaba. Él dudó. Trató de decir algo que ella no pudo entender. Una sílaba, una afirmación mínima. Un gemido, un sonido gutural, un maullido tal vez. Trató de decir algo, y algo dijo. Se inclinó en la vereda y recogió una palabra que alguien había perdido...u olvidado. Se la puso en la boca y habló. Mal, pero habló. Ella, que tenía un bolso de palabras que había coleccionado por las calles, se lo prestó. Él pudo decir de nuevo algunas cosas, y esas pocas cosas se las pudo enseñar.
 
Ella preguntó por la ciudad, y él la caminó con ella. Ella sacaba una palabra del bolso y él la saboreaba, la besaba, la definía y se la regalaba. Ella le regalaba otras...ser, estar, tocar, mirarse, sentir, amarse...

Cuando tuvieron una casa llena de palabras, las unieron para dormir dentro, abrazados. Ahora él la besa con unos labios como manantial de palabras, ella con un río de versos en su boca húmeda. Se miran hasta gastarse, ansiosos. Pero nunca más en silencio...

Juanma - 18 - Julio - 2012

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