La verdad es que resultó más sencillo que fácil. Te parecería
increíble lo mucho que se puede conseguir cuando eres tan sigiloso al huir;
crear el escenario perfecto, saber aprovechar los momentos, esconderte en los
pequeños rincones de la confianza, zigzagueando celosamente en la penumbra, fortificando
las murallas de los recuerdos con un poco de miedo y una pequeña dosis de
frustración... todo esto hace que el momento... los momentos.... no sean ni más ni menos, sino tan sólo lo
necesario para crear esa cortina de humo en la que sencillamente desapareces
sin dejar rastro, sin una sola marca en la memoria del corazón.
Ese corazón tan ajeno a ti, tan bellamente
esculpido, te abraza y te seduce, hace que lo desees una y mil veces... el
deseo... ese deseo que quizá solo nace de aquello que no podemos poseer, por
eso siempre he deseado tu corazón maravilloso, solo que eso fue todo y así me
quedé, deseándolo, anhelando su calor, contemplando cómo se abre al mundo y
cómo se cierra ante mi presencia.
Me aferro al ocaso de la vida, a lo doliente de la existencia,
me hallo ante lo imponente de mi ser, contemplo ese cuerpo forastero ya cansado
de tanto andar, cansado de fundirse con otras vidas, otros mundos, harto ya de
morder y de rasgar, harto de permitir que sea invadido, de ser ese cuerpo de
mirada vacía, esa mirada antes tan caprichosa, siempre misteriosa y ahora
impenetrable... quizás algún día me encuentre y tu ya no estés ahí y yo... yo
tal vez esté por fin en todos lados, que es lo mismo que no estar ya en ninguna
parte... y por fin renuncie a mi abandono.
Juanma - 5 -Agosto - 2013
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