sábado, 30 de agosto de 2014

MAÑANA DE AYERES


Era una mañana de nostalgias. Una mañana de ayeres, otra vez. Con ella casi siempre eran días de ayeres. Fui a verla a mediodía, probablemente para sentirla cerca, para decirle que esta mañana puede, pero que esta tarde no será más un nuevo ayer. Me tendió la mano, y yo la cogí. Nos hicimos mil promesas de mañana siempre, de hoy tal vez, pero por favor nunca más de ayer. La despedí con un beso en los labios y con el juramento de la noche entera para nosotros... y nosotros por supuesto para ella.

Ella hacía volar la esperanza con sus suspiros al viento. Absorta, ausente, con sueños en la memoria inmediata y caricias demoradas por las ansias del presente. Llegó a la cita antes que yo, con una sonrisa de colores en los labios y la urgencia en la mirada. Atravesó el patio liviana como una pluma, etérea como un hada y, sin pensarlo, nuestras bocas coincidieron de nuevo en el gusto y en la sed.

Nos amamos en calles, plazas, ciudades enteras. La vida no está en otra parte, le decía, la vida la inventaron en ti para mí. Nos quedábamos dormidos abrazados, soñando como un mismo corazón de una vez. Pero cada mañana al despertar, al igual que el mismo sueño se esfumaba, sin un adiós, sin decir nada... dejándome un  hueco en el alma y un manantial de tristes lágrimas con signos de interrogación en la mirada. Cada día con ella era otra vez un nuevo ayer. El pasado y sus venenos. El presente y sus silencios. El futuro y sus murallas. Afuera la primavera pintando en el futuro siempre más ilusiones que esperanzas.

Cada mañana otro nuevo ayer. Dibujando siempre una puerta en el aire para intentar encontrar de nuevo la entrada de su casa. Corriendo hacia ella y parando el tiempo para atrapar el sonido de su risa en mi memoria. Hasta que un día, como bien sabíamos ambos que alguna vez sucedería, escuché el estallido del universo y la encontré derrotada de ayer bajo su almohada. Con una sonrisa triste y un relámpago de dolor en su mirada...

Juanma - 30 - Agosto - 2014

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